Aquel día cobraron vida los temores de mi infancia.
Aquel día chirriaban las puertas, el viento aullaba en el exterior, el humo ascendía cuando conseguía escapar… Aquel día solo solo escuché pies arrastrarse, llantos, gritos… y desolación.
Las paredes manchadas de sangre narraban una historia sin final feliz. La oscuridad trataba sin éxito de ocultar las atrocidades que en aquel taller habían tenido lugar.
Aquel día. Aquel día todo se volvió distinto. Me arrancaron la inocencia sin pudor. Me partieron el alma. Todos mis recuerdos felices se convirtieron en mis peores pesadillas. Papá… ¿Por qué lo hiciste? Yo solo quería jugar. Yo solo quería ser una niña normal, afortunada de tener como padre al mejor juguetero del pueblo.
Pero tu cara cambió. Tus ojos ya no me miraban, solo contemplaban tus creaciones con un ansia cada vez mayor. Creaciones que emanaban hedor, que desprendían restos de vidas consumidas. Cada vez más macabras. Cada vez menos… tú.